jueves, 29 de junio de 2017

El taparrabos de Espartaco (05)

En capítulos anteriores...
Los Agentes de la historieta han escapado de una intervención en la Leptis Magna del siglo I a.C. gracias a la proverbial actuación de la profesora Krispa. Una vez en la base de operaciones, comienzan a volver a casa: Tomé cenará solo en ático con mansardas que sus padres poseen en París. 
Las gemelas Angie y Dixie se apresuran a cambiarse en el granero de su granja en Utah...

Dicho esto, os aviso que además de colgar las páginas por aquí he creado una galería en mi perfil de facebook para que podáis seguir la historia desde el principio.

Los cómics no son lectura


Así, igual de patidifuso que vosotros, me quedé yo al inicio de la ponencia impartida por Antonio Altarriba en las Comic Tools. ¿Y sabéis una cosa? Al veterano autor no le faltaba razón.

Los cómics no son lectura. No lo son. No son lectura desde un punto de vista literario, tradicional.

Tal como apuntó Altarriba sacándonos a todos un suspiro de alivio, frente la comprensión lectora que se genera cuando te enfrascas ante cualquier texto escrito, los cómics exigen (y ofrecen) mucho más. Según su opinión, a la hora de analizar este mismo proceso con una página repleta de viñetas sería más correcto hablar de exploración lectora, es decir: un descubrir de los mecanismos, de los detalles, de las planificaciones, los encuadres, los colores, los fondos, los bocadillos, la tipografía, la documentación gráfica, y mil cosas más. Como bien apuntó, los escasos dos o tres segundos en que (como lectores) fulminamos un par de láminas, esconden un trabajo muy poco agradecido (como artistas) que puede saborearse desde múltiples niveles.
Para ejemplificar esta idea, que a mi me pareció fabulosa, Altarriba utilizó diversos ejemplos del trabajo de Kim en El arte de volar y El ala rota, donde la documentación, el detallismo y la meticulosidad del dibujante invitan a leer y releer de nuevo la obra con el fin de encontrar siempre nuevos aspectos que la hacen disfrutable.


Son muchos los teóricos que hablan de esa experiencia enriquecida o lectura 2.0. que se establece con los cómics. Es cierto que existen muchísimas formas de contar una historia, infinitos estilos, trazos, matices, que hacen de este medio de comunicación uno de los más poderosos. Ocurre así, por ejemplo, con la viñeta de la escalera en Sin City, de Frank Miller. Recuerdo que cuando cayó en mis manos la tragedia Marv en la ciudad del pecado pude disfrutarla de la mejor forma posible: no tenía ni puñetera idea de quien era su autor, no entendía por qué se serializaba su historia en las páginas de la difunta Cimoc, revista que adaptó fielmente el material episódico de Dark Horse Presents. Pero cuando llegó esa viñeta, la de la escalera, todo cambió: Cerca de veinte años más tarde, todavía no se cuántas veces he pensado en ella, en su contraste de tonalidades, en la épica que destila y en lo bien que resuelve Miller todo lo que sucede a continuación. Sin percatarme de ello, me encontraba a un paso de subirme en un tren hasta Valencia y buscar entre los estantes de Futurama un tebeo sobre Batman que también había dibujado este señor.
Pues bueno, en la traslación fílmica de Robert Rodriguez, dicha viñeta también aparece recreada, si bien allí donde yo podía ensimismarme durante horas, aquello se reduce a un par de segundos, una banda sonora amenazadora y pare usted de contar. De hecho, imagino que de caer en mis manos el guión de dicha secuencia pondría algo así como "la policía sube por la escalera. Marv espera dentro", es decir: información más que suficiente para comprender qué es lo que se nos está narrando. Información que se torna insuficiente cuando el artista transforma todo esto en narración gráfica.

Y eso sin hablar del metalenguaje, de las rupturas de la cuarta pared, de onomatopeyas, de aspectos estéticos y estilísticos, de rasgos que se nos escapan en esa primera lectura y que vuelven a nuestra memoria pasados unos cuantos años. Quizás basándose en esta última idea, Altarriba daba con otra interesante vuelta a la tuerca, señalando un nuevo camino hacia la aplicación didáctica de los cómics en el aula, es decir:  A la hora de trabajar la historieta en clase basándonos en ese aspecto, la incapacidad que tienen nuestros alumnos de comprender procesos complejos en todo su espectro, de pasar por encima detalles que vuelven con los años, con la necesidad de abrir un cómic porque alguien te ha hecho reflexionar sobre su potencial.
Quizás sería más interesante educar a los alumnos en esta lectura enriquecida de los tebeos que tratar de metérselos con calzador. Partiendo de nuestras sesiones de 50 minutos y el temario agobiante que siempre llevamos a cuestas, desde el aula resulta más sencillo trabajar una lámina, una página concreta situando en contexto al lector, que obligar a la lectura de unos tebeos antediluvianos, difíciles y profundos para lectores de 13 o 14 años.


¿De que sirve que nuestros alumnos lean cómics por obligación si nadie les ha educado sobre sus virtudes? ¿No sería más interesante enseñarles previamente todo lo que puede ofrecer la exploración de las viñetas? Si secuestramos una página concreta de El arte de volar y la utilizamos para ejemplificar con ella el horror de la Batalla del Ebro, si trabajamos así la profusión de detalles, la documentación, la planificación de la secuencia... les estamos mostrando el infinito potencial de los tebeos. Y si de verdad confiamos en ellos, si de verdad logramos que se aferren al libro, no cabe duda que cuando sean más adultos y se encuentren con esta auténtica obra maestra que nos proponen Kim y Altarriba, sabrán valorarla en su justa medida: no como el horripilante tocho de páginas que les hizo tragar su profesor.

Los cómics no son lectura: Son exploración lectora. Quizás llega el momento de entenderlos en el aula de otra manera.

miércoles, 28 de junio de 2017

El de la espada láser

Ayer 27 de junio tuve el placer de intervenir en la Jornada Comic Tools, organizadas por Álvaro Pons en colaboración con Las Naves y con la Fundación SM. Como he referido en más ocasiones, se trata del primer evento sobre la didáctica del cómic como tema específico (y suficiente presencia mediática e institucional...) que tienen lugar en la zona de Levante.
A lo largo de mi intervención, dedicada como bien imaginaréis a mi experiencia docente con los chavales y los cómics, hablé de muchas cosas de las que daré debida cuenta en futuras entradas, pues todavía estoy procesando la cantidad de información y de ideas generosas con que llegué a casa bien caída la tarde. Hoy sin embargo, me gustaría referirme a una anécdota que vino a colación durante los últimos momentos de la ponencia, es decir: cuando saqué mi puntero de pizarra ante el asombro de los presentes y señalé con él la diapositiva con los proyectos que habían realizado mis alumnos da lo largo de la segunda evaluación.
Este gesto, que para mi ya es cotidiano, suele causar estupefacción ante muchos compañeros de oficio que siguen utilizando la tiza para señalar aquello que les resulta relevante en sus ready made pizarriles. No les arriendo la sorpresa, los gritos ahogados y la carcajada. Mi puntero lleva años siendo un simpático sable láser de juguete. Y lo reconozco sin tapujos: También he utilizado para estos menesteres un pollo de goma vestido de enfermera, una peluche de la rana Gustavo, una réplica del puñal élfico Dardo que brilla en la oscuridad, una marioneta en forma de gallina, o lo más alucinante desde mi punto de vista, el peluche del maestro Yoda que actualmente guarda a buen recaudo uno de mis antiguos alumnos (y recorrió hace cerca de 10 años 150 kilómetros del Camino de Santiago colgado de mi mochila), es decir: Cualquier cosa que sirva para transmitir ilusión, para sorprender y generar ese captatio benevolentiae tan necesario en el aula, ese prurito alucinante que aunque algunos llaman "tenerlos conectados", prefiero referirme a él mediante la poética y literaria expresión de "despertar en ellos el sentido de la maravilla".

Recapitulemos. El curso en que aprobé las oposiciones (es decir: cuando empecé a trabajar como Profesor de Educación Secundaria) tuve la grandísima suerte de coincidir con el último ciclo de un compañero del cual asimilé muchísimas cosas. No me avergüenza decir que la nuestra era una relación de simbiosis: él buscaba alguien en quien desahogar su dilatada experiencia, yo me pegué a él como una rémora.
Toni era lo que habitualmente se conoce como "pozo de sabiduría". Comenzaba a explicarte en el bar que había enfrente del instituto sus aventuras como político, su paso por el País Vasco con aquel primer destino profesional, su viaje de fin de curso a Mallorca con unos alumnos (donde se topó con un tipo serio que tocaba la guitarra en la terraza del ferry, se quedó embobado escuchándolo y descubrió en otro viaje de estudios a París que se trataba de Leonard Cohen...) y perdías la noción del tiempo. Cigarrillo en ristre, combinado de ron y coca-cola cada viernes a la hora del recreo. Los alumnos lo adoraban y yo también.
El caso es que uno de los consejos más importantes que me brindó mi felizmente jubilado compañero fue el que aparece en la ilustración que figura líneas más arriba. Ha llovido mucho desde entonces, pero sigo pensado que Toni llevaba razón: los profesores hemos de transmitir ilusión a los chavales. Evidentemente, el curtido fan de Kavafis, del Vega Sicilia y de la buena vida, tenía sus pequeños trucos para lograr todo esto, pero recuerdo que fue el único de mi departamento de sociales, de mi primer claustro, que no arqueó la ceja cuando se enteró que utilizaba el sable láser de juguete para señalar la pizarra. De hecho, si no me falla la memoria, estuvo un buen rato indagando su mecanismo y sonrió al verlo expandirse con una sonrisa por debajo de su bigote tan luminosa como la de un niño de cuatro años. Desde entonces, a pesar de utilizar otros "amigos de mochila", los diferentes sables (rojos, azules, verdes...) han ido acompañando mi docencia, y en todo este tiempo únicamente he tenido dos "problemas gordos", por así considerarlos.

El primero vino cuando la madre de una de mis alumnas llegó alarmada para hablar conmigo porque su hija le había mencionado lo del sable. Al parecer la mujer no lograba visualizar un objeto que "cambiaba de tamaño cuando el profesor lo agitaba y lo mostraba públicamente a la clase". Todavía hoy no entiendo muy bien qué tenía esta señora en la cabeza, pero os aseguro que lloró de la risa cuando de deshizo el entuerto.

Mi segundo encontronazo tuvo que ver con la Inspección Educativa. Fue en el segundo IES donde di clase: Estaba yo de guardia en el pasillo, dando vueltas al sable sobre la mano, cuando apareció por ahí un señor trajeado que preguntó por el despacho del Jefe de Estudios.
Tal como he comentado, el manejo de la Fuerza es tan cotidiano en mis clases que casi como un acto reflejo desplegué todo el artefacto ante el susodicho desconocido (que saltó hacia atrás) y señalé con él hacia el fondo del pasillo. Un par de segundos más tarde, cuando se recuperaba del desconcierto con un pañuelo que sacó de su bolsillo, me preguntó para qué servía aquella cosa.
- Para señalar a la pizarra. - Contesté yo.
Su respuesta todavía la tengo grabada en sangre: - Interesante metodología - Dijo: - Soy el Inspector de su zona.
A mi se me puso la cara blanca del susto, volví a envainar el sable con su ruido característico (que en el cine es algo así como "suaffffff", pero en mi juguete suena como "clac, clac, clac, clac"), y el hombre se echó a reír. Minutos más tarde volvió a pasar por el pasillo en compañía del Jefe de Estudios, que parecía un basilisco, y me propinó una palmadita en el hombro. Seguía riendo.

Poco más queda por añadir. Bueno... si: Con esta última anécdota descubrí también que en el mundo de la enseñanza las historias corren como la pólvora, así que desde entonces soy algo así como "el de la espada láser". No hay curso de formación en el que intervenga, no hay corrillo de compañeros en el que me presente donde no me lo digan: "Ey, tú eres el de la espada láser". Y con mis alumnos sucede exactamente igual: "Pedro el de la espada láser". El friki. El guay. El que lleva este calificativo con más que evidente satisfacción profesional.

Pedro el de la espada láser. Ese soy yo. Tenéis un Maestro Jedi velando por vuestro camino, jóvenes Padawans. No os dejéis llevar por el Reverso Tenebroso de la Fuerza.

domingo, 25 de junio de 2017

Ese momento...

Este martes podréis encontrarme en Comic Tools: El cómic como herramienta educativa, jornadas que se realizan en el centro Las Naves, hablando de estas y otras cosas...

Os dejo el programa:

El cómic como herramienta educativa es el tema de este congreso bimensual que pretende reunir en Las Naves a personas expertas de distintos campos alrededor del cómic, cuyo eje principal es la innovación vinculada al cómic (herramientas para innovar en el cómic y el cómic como herramienta de innovación en otras áreas).
El objeto de estas jornadas, además, es dar a conocer a la comunidad educativa el potencial del cómic como herramienta didáctica, tanto en los diferentes niveles educativos como a través de talleres derivados de experiencias reales en el aula.
Las jornadas, dirigidas a docentes de Primaria y Secundaria, se estructurarán en una primera sesión de charlas abiertas en la que especialistas en el tema abrirán puntos de debate explicando las diferentes posibilidades del cómic.

ACTIVIDADES
9.15 -9.30h.- Bienvenida. Presentación proyecto +artesmáseducación por Javier Palop (director Fundación SM).
9:30h. Charla: “¿Qué es el cómic? Aproximaciones a la historieta”, por Álvaro Pons (Universitat de València). Charla que desarrollará una breve aproximación al cómic, desde un punto de vista histórico y conceptual que permita derivar sus posibles aplicaciones.
10:15h. Charla: “Aplicaciones del cómic en educación”, de José Rovira (Universitat d’Alacant). Charla que repasará las potenciales aplicaciones del cómic en educación, tanto desde las experiencias previas como propuesta de desarrollo en aplicación en primaria y secundaria.
11:00-11:30h. Pausa Café
11:30-13:00h. Sesiones paralelas:
Charla: “El cómic en Educación Primaria”, de Noelia Ibarra (Universitat de València) y Vicent Martínez (Universitat de València). Charla sobre la utilización del cómic en el aula de Primaria, como material de iniciación a la lectura, pero también como metodología de aprendizaje.
Charla: “El cómic en Educación Secundaria”, por Eduard Baile (Universitat d’Alacant). Charla sobre el uso de la historieta en las diferentes etapas de la ESO y Bachillerato.
13:00-14:00. Charla:
– Arrugas. Una experiencia en el aula, con Mercè Durà, Lia Gutiérrez i Gargallo y Paco Roca. Coloquio sobre las posibilidades en el aula del cómic con el que Paco Roca ganó el Premio Nacional de Cómic en 2008.
14:00-15:30h. Pausa comida
15:30-17:00h. Charla taller: “Un caso práctico de aplicación del cómic en Secundaria”, por Pedro Cifuentes (IES Miquel Peris i Segarra, Castellón). Taller que desarrollará las posibilidades del cómic en Educación Secundaria a partir de la experiencia particular de Pedro Cifuentes, que usa el cómic tanto como material curricular como experiencia transversal entre sus estudiantes para estudiar Historia.
17:00-17:20h. Pausa café
17:30-18:30h. Charla taller: “Desarrollo de las posibilidades didácticas de un cómic: el caso de El arte de volar y El ala rota, con Antonio Altarriba.

miércoles, 21 de junio de 2017

Decálogo de un futuro delincuente

Quizás por mi inminente paternidad, he sentido la necesidad de transformar en esta especie de AUCA (Alegría, según la tradición castellana...) el famoso decálogo del juez de menores Emilio Calatayud. 

Se trata de diez consejos que llevo utilizando en mis reuniones con los padres desde hace ocho años.

Sentiros libres de compartir y utilizar el material como os venga en gana (siempre que no sea con fines comerciales). Si necesitáis alguna versión en alta resolución, podéis poneros en contacto conmigo mediante correo electrónico.

martes, 20 de junio de 2017

El taparrabos de Espartaco (04)

En capítulos anteriores...
Los Agentes de la historieta han escapado de una intervención en la Leptis Magna del siglo I a.C. gracias a la proverbial actuación de la profesora Krispa, quien una vez llega a la Base de Operaciones comienza a rememorar batallitas de su pasado como heroína de la mitología griega...

Dicho esto... el autor reconoce que tenía ganas de finalizar el curso para poder avanzar con esta misteriosa y plagada de peligros aventura, que como ha explicado en varias ocasiones, adapta alguna de las tramas ideadas por sus alumnos en los proyectos que han llevado a cabo durante las tres evaluaciones.

domingo, 11 de junio de 2017

Elegí mál día...

Así, con un homenaje a uno de mis gags favoritos de todos los tiempos, es decir, el protagonizado por LLoyd Bridges en la políticamente incorrecta y genial Aterriza como puedas (una película con humor absurdo que hoy seguramente sería censurada por ofender a vete a saber qué colectivo...), os deseo a todos un buen final de curso.

El taparrabos de Espartaco (03)

En capítulos anteriores...
Los Agentes de la Historieta logran escapar de la arena de Leptis Magna (Siglo I a.C) gracias a la proverbial intervención de la Profesora Krispa, pero... ¿quién es esta misteriosa heroína? ¿de verdad lleva más de 3000 años viva? ¿En formó parte de la tripulación del Argos?
La respuesta en la siguiente entrega, que llegará a lo largo de la semana. 

Estos días ando liado con el fin de curso, así que tampoco puedo prodigarme mucho. Os dejo con una entrega directamente inspirada en el trabajo del grandísimo Ray Harryhausen. Todos los años intento programar en 1ESO la maravillosa Jason y los Argonautas: es una película vieja pero entrañable, refleja muy bien el mito griego que pretende representar y mis alumnos alucinan cuando les dijo que todos los efectos especiales, todos los trucajes, eran cosa de un señor con mucha habilidad y muchísima paciencia.

viernes, 9 de junio de 2017

Momento embarazoso

Hoy a las 14.15 horas. Empieza el fin de semana, acaban los exámenes y estamos a cuarenta de mayo.
El alumno que ha protagonizado esta anécdota va a 2ESO. Es un alumno ejemplar, trabajador, divertido y con un sentido del humor tan cáustico como el mío.

Evidentemente, a muchos compañeros esta secuencia os puede parecer un poco salida de madre, pero os invito a analizar el contexto. El alumno y yo llevamos todo el curso intercambiando bromitas, disfrutando de duelos dialécticos en los cuales mis cuarenta años, mi cabeza bien amueblada, se enfrentan frontalmente con la agilidad mental de un chaval de 13 años, lleno de inquietudes y con ganas de zamparse el mundo.

Muchas veces los medios de comunicación y las conversaciones de bares, las charlas con los amigos y con los familiares, acaban por preguntar si es cierto que los alumnos nos han perdido el respeto. Respeto. Una palabra tan terrorífica como mutable. ¿Qué es el respeto? ¿Qué clase de respeto deseamos encontrar en el aula?

Nada mas lejos de mi intención convertirme en un profesor de los de "Cifuentes que le veo..." o un profesor colega. Me basta con ser su profe, el friki de sociales, y sentir que disfruto con mi trabajo cuando acabo la jornada, alegrarme cuando me saludan por el pasillo, cuando los saco del aula para reflexionar con ellos y acaban por escuchar mis consejos (y ya no digo hacerles caso), cuando interrumpen mi almuerzo o mi café mañanero para explicarme el último tebeo que se han leído, lo que han hecho durante el fin de semana, lo genial que es Guardianes de la Galaxia 2 desde la órbita de un adolescente.

He de confesar que me encanta tomarles el pelo.

Y quizás por ese motivo, cuando a mi me lo toman también, incluso con una pasada de frenada como esta, me alegra pensar que mi hierático compañero, testigo impenitente de toda la escena, lejos de escandalizarse más allá de la frase que acompaña la última viñeta, se ha echado a reír conforme a mi, de pura vergüenza, se me iban empañando las gafas.

Y quizás por ese motivo le dedico esta tira cómica a él. Ha pasado un par de cursos muy duros, bastante intensos. Vive en un planeta donde reinan métodos pedagógicos que yo no comparto. Lleva muchísimos años impartiendo su magisterio de la única forma que sabe (y lo hace fenomenal). Pero por encima de todo, nunca cuestiona mi forma de trabajo y, quizás porque el altiplano turolense fabrica personas nobles, de aquellas que pocas veces te fallan, de aquellas que están ahí cuando las necesitas, agradezco profundamente todo este tiempo que llevamos juntos.

Va por ti, Inocencio.

lunes, 5 de junio de 2017

Nueva cabecera en el blog. Proceso de creación

Aprovechando estos días, en los que ando enfrascado con "El taparrabos de Espartaco", una aventura de Agentes de la historieta basada en la resolución del proyecto que mis alumnos de 2ESO tenían en la Segunda Evaluación, he decidido cambiar un poco la cabecera del blog.

El caso es que esta mañana, sin comerlo ni beberlo, me he marcado un bocetillo que me ha parecido resultón. Eran las ocho y media, estaba en la sala de profesores con un buen montón de esquemas Visual Thinking que corregir y cuando me he querido dar cuenta ya había emborronado la libreta con un par de rotuladores Kuretake punta de pincel Hikkei Fine, un lápiz Prismacolor Col-Erase Blue y un Copic gris.


El siguiente paso era limpiar el dibujo. Hasta hace poco, lo que hacía era scannearlo con un Brother A3 que se me ha quedado un poco desfasado, pero actualmente prefiero fotografiarlo todo con el Ipad y subirlo a la nube de PS, programa con el que realizo las tintas que podéis ver aquí abajo.

También reconozco que me ha costado mucho encontrar un conjunto de pinceles con el que me sintiera contento. Nunca estaré lo suficientemente agradecido a Anthony Holden por sus tiras cómicas (de hecho, creo que merece la pena apoyarlo en Patreon) y por poner a mi disposición todo un repertorio de plumillas con las que disfruto mogollón.

Finalmente pasamos al tema del color. Reconozco también que a lo largo de los años he trasteado mucho con herramientas, efectos y filtros varios. Sin embargo, quizás porque Sergio Meliá  me recomendó simplificar el trazo y -de paso- leer más cómics francobelgas clásicos, he llegado a la conclusión de que a mis dibujetes las va bien un color plano, muy en plan línea clara, aunque la línea tire para otros derroteros.

Actualmente estoy disfrutando mucho con los integrales de Gastón el Gafe, la Hilda de Luke Pearson, los Astérix de Uderzo y el maravilloso (e imposible de mimetizar) estilazo de gente como Walt Kelly, Bill Watterson o Richard Thompson... aunque también reconozco algo de Sergio Aragonés y de Rumiko Takahashi. Curioso cocktail, como podéis imaginar. Y sólo estoy hablando a nivel de dibujo, de trazo, no de guión.

¿Suena pretencioso mencionar influencias? Nada más lejos de mi intención. A estas alturas de la historia, todos somos un poco pastiche, todos mezclamos pellizquitos de por aquí y por allá. Lo bonito es combinarlos de una forma nueva y divertida. Es lo que pretendo hacer con Masquemascotas, con las tiras sobre educación que dibujo por aquí y con Agentes de la historieta.

Porque como bien apuntaba mi compañero y amigo Manu Huertas, un gran problema de los que nos dedicamos a dibujar cosas a tiempo parcial es precisamente esto: la falta de tiempo. Esa necesidad por terminar las tramas, por contar historias en cualquier trocito del día, hace que haya variado mi estilo. Imagino que seguirá evolucionando lentamente, sin que apenas me de cuenta.

Me gusta pensar que en todo esto soy una especie de pionero, es decir: llevo mucho tiempo peleándome por que alguien se interese en el cómic juvenil y la propuesta que ofrecen mis historietas. Pues bien, ahora me doy cuenta de que durante años y años he estado llamando a las puertas equivocadas (las de las editoriales comiqueras). Actualmente soy el único profesor de sociales que utiliza las tiras cómicas para explicar su asignatura a los chavales. Al menos, que yo conozca.

Ellos, mis alumnos, son futuros lectores de cómics. Y me siento orgulloso de pensar que con mis performances en la pizarra, con mis chistecillos y mis esquemas visuales, he contribuido a que se interesen por las viñetas.

domingo, 4 de junio de 2017

El taparrabos de Espartaco (02)

En capítulos anteriores...
Los Agentes de la historieta escapan por los pelos (gracias a una proverbial intervención de la profesora Krispa...) de una muerte segunda en Leptis Magna, actual Libia, durante un espectáculo de gladiadores.
Tras cruzar el portal arcano/temporal recuperan fuerzas en su cuartel secreto...