Así, igual de patidifuso que vosotros, me quedé yo al inicio de la ponencia impartida por Antonio Altarriba en las Comic Tools. ¿Y sabéis una cosa? Al veterano autor no le faltaba razón.
Los cómics no son lectura. No lo son. No son lectura desde un punto de vista literario, tradicional.
Tal como apuntó Altarriba sacándonos a todos un suspiro de alivio, frente la comprensión lectora que se genera cuando te enfrascas ante cualquier texto escrito, los cómics exigen (y ofrecen) mucho más. Según su opinión, a la hora de analizar este mismo proceso con una página repleta de viñetas sería más correcto hablar de exploración lectora, es decir: un descubrir de los mecanismos, de los detalles, de las planificaciones, los encuadres, los colores, los fondos, los bocadillos, la tipografía, la documentación gráfica, y mil cosas más. Como bien apuntó, los escasos dos o tres segundos en que (como lectores) fulminamos un par de láminas, esconden un trabajo muy poco agradecido (como artistas) que puede saborearse desde múltiples niveles.
Para ejemplificar esta idea, que a mi me pareció fabulosa, Altarriba utilizó diversos ejemplos del trabajo de Kim en El arte de volar y El ala rota, donde la documentación, el detallismo y la meticulosidad del dibujante invitan a leer y releer de nuevo la obra con el fin de encontrar siempre nuevos aspectos que la hacen disfrutable.
Son muchos los teóricos que hablan de esa experiencia enriquecida o lectura 2.0. que se establece con los cómics. Es cierto que existen muchísimas formas de contar una historia, infinitos estilos, trazos, matices, que hacen de este medio de comunicación uno de los más poderosos. Ocurre así, por ejemplo, con la viñeta de la escalera en Sin City, de Frank Miller. Recuerdo que cuando cayó en mis manos la tragedia Marv en la ciudad del pecado pude disfrutarla de la mejor forma posible: no tenía ni puñetera idea de quien era su autor, no entendía por qué se serializaba su historia en las páginas de la difunta Cimoc, revista que adaptó fielmente el material episódico de Dark Horse Presents. Pero cuando llegó esa viñeta, la de la escalera, todo cambió: Cerca de veinte años más tarde, todavía no se cuántas veces he pensado en ella, en su contraste de tonalidades, en la épica que destila y en lo bien que resuelve Miller todo lo que sucede a continuación. Sin percatarme de ello, me encontraba a un paso de subirme en un tren hasta Valencia y buscar entre los estantes de Futurama un tebeo sobre Batman que también había dibujado este señor.
Pues bueno, en la traslación fílmica de Robert Rodriguez, dicha viñeta también aparece recreada, si bien allí donde yo podía ensimismarme durante horas, aquello se reduce a un par de segundos, una banda sonora amenazadora y pare usted de contar. De hecho, imagino que de caer en mis manos el guión de dicha secuencia pondría algo así como "la policía sube por la escalera. Marv espera dentro", es decir: información más que suficiente para comprender qué es lo que se nos está narrando. Información que se torna insuficiente cuando el artista transforma todo esto en narración gráfica.
Y eso sin hablar del metalenguaje, de las rupturas de la cuarta pared, de onomatopeyas, de aspectos estéticos y estilísticos, de rasgos que se nos escapan en esa primera lectura y que vuelven a nuestra memoria pasados unos cuantos años. Quizás basándose en esta última idea, Altarriba daba con otra interesante vuelta a la tuerca, señalando un nuevo camino hacia la aplicación didáctica de los cómics en el aula, es decir: A la hora de trabajar la historieta en clase basándonos en ese aspecto, la incapacidad que tienen nuestros alumnos de comprender procesos complejos en todo su espectro, de pasar por encima detalles que vuelven con los años, con la necesidad de abrir un cómic porque alguien te ha hecho reflexionar sobre su potencial.
Quizás sería más interesante educar a los alumnos en esta lectura enriquecida de los tebeos que tratar de metérselos con calzador. Partiendo de nuestras sesiones de 50 minutos y el temario agobiante que siempre llevamos a cuestas, desde el aula resulta más sencillo trabajar una lámina, una página concreta situando en contexto al lector, que obligar a la lectura de unos tebeos antediluvianos, difíciles y profundos para lectores de 13 o 14 años.
¿De que sirve que nuestros alumnos lean cómics por obligación si nadie les ha educado sobre sus virtudes? ¿No sería más interesante enseñarles previamente todo lo que puede ofrecer la exploración de las viñetas? Si secuestramos una página concreta de El arte de volar y la utilizamos para ejemplificar con ella el horror de la Batalla del Ebro, si trabajamos así la profusión de detalles, la documentación, la planificación de la secuencia... les estamos mostrando el infinito potencial de los tebeos. Y si de verdad confiamos en ellos, si de verdad logramos que se aferren al libro, no cabe duda que cuando sean más adultos y se encuentren con esta auténtica obra maestra que nos proponen Kim y Altarriba, sabrán valorarla en su justa medida: no como el horripilante tocho de páginas que les hizo tragar su profesor.
Los cómics no son lectura: Son exploración lectora. Quizás llega el momento de entenderlos en el aula de otra manera.
Las Historietas son representaciones dramáticas realizadas a través de imágenes y texto o sólo imágenes. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española da ocho acepciones de la palabra "dramático"; la séptima la define como "Género literario al que pertenecen las obras destinadas a la representación escénica". En los cómics, la representación escénica se hace a través de dibujos, pinturas o fotografías estáticas de los personajes, los escenarios y los hechos. Las palabras están representadas en su forma escrita. Lo secuencial de esas imágenes y esos textos va implícito, ya que se trata de representar una narración coherente. En el teatro, las palabras y las acciones de los actores también son secuenciadas; siguen un orden establecido para representar la historia de forma coherente.
ResponderEliminarMientras en el teatro la representación dramática se hace mediante actores desempeñándose en vivo y en directo, en el cine se la realiza con fotografías en movimiento, proyectadas en una pantalla; en las series de televisión se la transmite al mismo tiempo a enormes audiencias, haciendo uso de las ondas hercianas, y en los cómics se la cristaliza a través de imágenes y texto o sólo imágenes. Dicho sea de paso, en los videojuegos la representación dramática se efectúa utilizando imágenes, texto y sonidos generados por ordenador y es interactiva (el espectador no sólo la ve; también define su devenir a través de instrucciones que transmite al computador electrónico).
Estas consideraciones me han llevado a una teoría: el Séptimo Arte no es sólo el cine; es la Representación Dramática en general, la cual es de naturaleza multidisciplinaria e incluye al Teatro, el Cine, el Cómic, las Series de Televisión y los Videojuegos. ¿Necesitamos otra palabra, nueva acaso, para referirnos a la Representación Dramática?
Las seis Bellas Artes son la Danza, la Música, la Arquitectura, la Pintura, la Escultura y la Literatura. A su vez, hoy día la Literatura se divide en cuatro grandes géneros, tres de ellos ancestrales: 1) Narrativa (antes Épico -del griego "épos", 'lo que se narra a través de la palabra'-), lo escrito para ser imaginado; 2) Poesía (antes Lírico, por el instrumento musical de la lira, con el cual se acompañaba el canto de esas composiciones), lo escrito con ritmo y, en muchos casos, con rima y metro, para ser declamado o cantado; 3) Drama (género Dramático), lo escrito para ser representado (del griego "draoo", 'lo que se hace'). La Real Academia acepta ya el cuarto género literario: 4) Ensayo, lo escrito para ser reflexionado.
Está claro que a una obra del género literario Dramático no se la disfruta en toda su extensión si no se la representa. Ni Shakespeare, ni Calderón de la Barca, ni ningún otro dramaturgo ha escrito sus dramas para que la gente se los imagine al leerlos o escucharlos declamados por una sola persona. Los dramas han sido escritos para ser representados; para que los personajes, los lugares y los hechos de la narración sean vistos al momento de sucederse por los ojos de los espectadores. En la antigüedad, para ser puestos en escena en un teatro; pero seguro estoy de que, de haber contado con la tecnología apropiada en sus tiempos, Sófocles habría querido producir una película de su "Edipo Rey".
¿Es entonces la Representación Dramática el Séptimo Arte? ¿Habría que sacar lo Dramático (el género) de la Literatura y elevarlo a la categoría de Arte por mérito propio, diferenciado por ser multidisciplinario?
Hola René,
EliminarMuchas gracias por tu aportación.
Estos días ando un poco liado porque acabo de ser padre (y además primerizo...) Cuando tenga un ratito me acerco por aquí.