Cuando en 2ESO empiezo a explicar la Ilustración del siglo XVIII siempre pongo dos máximas en la pizarra.
- La primera viene desde Hobbes: El hombre es un lobo para los hombres.
- La segunda fue escrita por Jean Jacques Rousseau: El ser humano es bueno por naturaleza.
Tras esto, explico un poco el contexto de cada frase y dejo que los chavales tomen posiciones para que comience el debate. Pronto queda claro que el "hombre natural" al cual se refería Rousseau jamás llegó a existir, pero mis alumnos acaban por concluir que las personas son buenas por naturaleza, no depredadores egoístas en su trato con los demás.
Siempre ha sucedido así. Llevo realizando la misma práctica desde hace ocho años.
Según queda reflejado en la sesión, es la vida en sociedad lo que acaba fastidiando nuestras buenas intenciones. Y por descontado: depende de nosotros reconstruir esa confianza, esas instituciones fuertes y ese civismo que acaba, como sucede en esta página, con otra máxima más reciente, de Jean Paul Sartre: Mi libertad termina donde empieza la de los demás.
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