Te das cuenta del sesgo masculino que tiene la Historia cuando preparas un trabajo de investigación con tus alumnos.
En mi caso, suelo proponerles una entrevista imaginaria a un personaje real de la época que estemos estudiando en ese momento. Valoro positivamente la originalidad, el trabajo de investigación, el rigor de la "entrevista", etc.
Pues bien: me las veo y me las deseo para tratar de encontrar personajes femeninos y, por desgracia, la mayoría tienen un sesgo complicado. Por poner un ejemplo, en una clase de 29 alumnos he llegado a repartir casi todos los emperadores romanos, algún filósofo importante, unos cuantos héroes militares... Y me toca tirar de Cleopatras, Mesalinas, Agripinas y compañía para que haya un poco de paridad. Personajes interesantes, eso si, pero complicados para un chaval de 11 años que empieza sus pinitos en esto de la investigación histórica. De hecho, a Mesalina prefiero no repartila porque todos acaban glosando sus legendarias gestas sexuales y en los años que llevo realizando esta experiencia he padecido de todo: desde chavales que se emocionaban con el vigor de la susodicha, hasta padres que reclamaban airados un nuevo protagonista para la entrevista de su hija, porque ella no se dedicaba a entrevistar prostitutas.
Por suerte, conforme nos acercamos a la Edad Contemporánea, resulta más sencillo encontrar mujeres destacadas, científicas, políticas, pensadoras, libertarias, pero claro: la antigüedad es otra cosa.
El caso de Hypatia de Alejandría es significativo. Intento utilizar su historia para ejemplificar el inicio de la Edad Media y la omnipresencia de la Cosmogonía Cristiana Medieval. En mis clases, la tragedia de su muerte abre la espita para hablar de otros muchos investigadores que vendrán después. Y hago especial hincapié en recalcar que Hypatia murió por sus ideas, no por que se tratase de una mujer.
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